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“No somos islas que sobrevivan unas sin relación con las otras”. Esta metáfora, que lleva a la convicción de la interdependencia, cada vez se repite más cuando se aborda el presente y el futuro de las organizaciones del Tercer Sector. Consciente de los retos que plantea un mundo en constante cambio, Plena inclusión España se ha embarcado en una reflexión profunda sobre el concepto de “sostenibilidad”. Este término tan en boga, alude a aspectos fundamentales vinculados a lo medioambiental, lo social y lo organizativo.
La confederación que agrupa a 950 asociaciones de todo el país que apoyan a más de 150.000 personas con discapacidad intelectual y del desarrollo y sus familias, eligió 2023 como el año de la sostenibilidad. La magnitud de la misión que asume (defender los derechos de miles de seres humanos a los que todavía no se les reconocen las mismas garantías que al resto de la ciudadanía) se une a la enorme dimensión de este movimiento asociativo: 4.000 centros y servicios, 46.000 profesionales, cerca de 10.000 voluntarios…
Pero, aunque la sostenibilidad apela al funcionamiento interno de las organizaciones, remarcando aspectos éticos como la buena gobernanza o la transparencia, también llaman la atención sobre cómo manejamos recursos limitados (medioambientales) o potenciamos un modelo de cuidados que respete la autonomía y los derechos de elección de las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. Si nos lo planteamos, en realidad volvemos a la búsqueda de las claves que garanticen decisiones de presente y futuro basadas en la sostenibilidad. El origen de esta indagación, si hablamos de Plena inclusión, hay que buscarlo en el Congreso de Valencia del movimiento asociativo, celebrado en 2022, donde además de acuñar el eslogan ‘Ganamos en comunidad’, se constata que la ponencia estratégica señalaba entre sus 11 retos el de “promover organizaciones sostenibles”.
“Desde mi punto de vista hemos mostrado valentía al reconocernos vulnerables y reflexionar sobre alternativas viables”, afirma Carmen Laucirica, presidenta de Plena inclusión España y se explica: “Somos conscientes de que tenemos que marcar un camino que recorrer para sentir la fortaleza de un movimiento asociativo unido y moderno que, al mismo tiempo, siga abriéndose al entorno y aprendiendo de las alianzas con otras organizaciones sociales como la nuestra”.
En junio, Plena inclusión celebró en Valladolid el Congreso Estatal sobre sostenibilidad al que puso como eslogan “Enredando sostenibilidad e inclusión”. Las intervenciones que ayudaron al debate, todas ellas de gran nivel, permitieron avistar la importancia de reconocer que los 3 prismas de la sostenibilidad (medioambiental, social y organizativa) son complementarios e imprescindibles.
“No abordarlos de inmediato sería un gran error”, defiende Pedro del Río, responsable técnico del proyecto de Sostenibilidad en Plena inclusión España. “El decálogo que produjo el encuentro de Valladolid debería ser una referencia obligada en los planes de acción de nuestras asociaciones”, apunta Del Río. De hecho, los argumentos que emplearon en ese Congreso al que asistieron más de 300 personas, coinciden en alinearse con los Objetivos de Desarrollo Sostenible, unos principios que cuentan con el consenso de la comunidad internacional.
Por otro lado, no hay que olvidar que en este congreso se presentaron 106 buenas prácticas, de las que se seleccionaron 12 excelentes, que aportaban creatividad y compromiso y en las que las personas con discapacidad intelectual tenían un papel central. La participación y el coliderazgo se revelan como pilares de una travesía que debe hacerse en conexión con las necesidades de las personas más vulnerables.
Los nuevos tiempos demandan nuevas respuestas. Y en ese proceso de diagnóstico y toma de decisiones, Plena inclusión no está dispuesta a perder el tiempo porque los derechos de las personas no esperan.