Isabel Miranda y David Alonso, son la hermana mayor y el cuñado de María, mujer con discapacidad intelectual. En esta entrevista, concedida a VOCES, comparten la historia de su relación familiar y las emociones que los embarcan en este camino juntos.
La naturalidad de sus palabras nos enseña que, a través del amor y el respeto, una familia se hace fuerte. Isabel y María han crecido en una gran familia que ha respetado las diferencias de cada integrante desde un mirada que ha favorecido la igualdad. Esta es parte de su historia.
¿Cómo ves el envejecimiento de las familias que tienen algún miembro con discapacidad intelectual y del desarrollo?
Isabel: Nuestro planteamiento siempre es que en este proceso de vida que compartimos, va a haber un momento en que vamos a envejecer juntas. Pero mi hermana tiene grandes necesidades de apoyo y yo soy cuatro años mayor que ella. Y eso nos preocupa porque yo no quiero separar mi familia. Quiero poder envejecer con ella y que si yo necesito apoyos, que nos los den a las dos juntas.
¿Cómo te contó tu pareja que su hermana tenía discapacidad intelectual?
David: Simplemente apareció un día con su hermana. Nuestra realidad con ella fue más natural de lo que yo pensaba. No hubo un shock. A diferencia de otros cuñados que comparten que se hace difícil al principio de la relación, para mí no lo fue.
No tenía relación anterior con personas con discapacidad y sin embargo fue bastante gratificante desde el principio. Rápidamente me sentí muy a gusto, porque me di cuenta de que conocer a una persona en esa situación en cierto modo es un privilegio. Desde el inicio percibí que era algo que me estaba enriqueciendo como persona poder compartir con alguien de esa forma especial de ser.
¿Cómo ha sido la relación con tu hermana a lo largo del tiempo?
Isabel: En mi caso, además, somos 8 hermanos. Yo no fui consciente de que mi hermana tenía una discapacidad intelectual hasta la adolescencia, y mis hermanas que son más pequeñas que María, incluso más tarde. En este sentido, en mi familia nunca hubo una separación sino todo lo contrario. Esta actitud la mantengo yo y todos mis hermanos porque lo hacemos desde pequeños.
Este tipo de apoyo que habéis dado en tu familia, ¿crees que es que suelen dar a las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo?
Isabel: Los casos que conozco sí. Veo que ha habido esa normalización, en el sentido de unasa participación del familiar con discapacidad intelectual en el entorno. También creo que los hermanos que estamos más implicados en las asociaciones, precisamente hemos nacido con esa normalización.
La relación de fraternidad es algo que sale de forma natural. Pero también creo que hay una parte voluntaria. Es decir, tú eres padre porque has querido ser padre; eres hermano porque te ha tocado ser hermano. Así que siempre hay un punto de voluntariedad en el intento de normalizar la relación con tu hermano con discapacidad. Y sí, también he conocido hermanos que no han querido asumir esa relación de fraternidad con su hermano o hermana con discapacidad.
Desde tu punto de vista ¿qué es lo que te ha aportado en la vida la experiencia con María?
David: María me ha hecho mejor persona. Te preocupas por alguien y sustituyes ese tiempo por otras preocupaciones que no eran tan importantes. Descubres que hay otras realidades y que las cosas tienen una importancia relativa. No solo es que tengan mayor importancia, sino que te enriquecen y te aportan más. Las cosas buenas que experimento a través de la relación con María son muchísimas más de las que me habría imaginado.
¿Qué importancia tiene el movimiento de hermanos y hermanas?
Isabel: Es importante porque nos permite sentirnos en un entorno seguro. Muchas veces los padres por protegernos, porque no quieren que tengamos una “carga”, nos implican poco, en ocasiones, en la vida de nuestros hermanos. Yo creo que desde siempre la riqueza del entorno familiar es la diversidad de opinión. Vemos la vida de nuestros los hermanos y hermanas de una manera distinta. Estos entornos seguros son necesarios ya que, efectivamente, tenemos que centrarnos en la familia. Es cierto que, en ocasiones, creemos que se han olvidado de que la familia somos todos y necesitamos los espacios para poder expresarnos mejor. Aquí nos sentimos libres.
¿De qué forma crees que los cuñados y cuñadas podrían asumir un grado de implicación mayor que suponga también potenciar la libertad y autonomía de las personas con discapacidad intelectual?
David: Los cuñados vemos con una objetividad todavía mayor. Lo veo con compañeros del centro de mi cuñada. Veo que nosotros podemos hablar con naturalidad con gente para trasmitirle que las personas con discapacidad intelectual tienen su propia visión, sus propias iniciativas y sus propios derechos. Y esto no lo había visto antes, no me había detenido siquiera a pensa. Si me hubiese detenido a pensar antes, hubiera desechado buena parte de los prejuicios con los que cargaba.