Hace unos días leí un artículo que hablaba sobre “el triángulo de oro de la felicidad” y en el que se recogían los resultados del estudio que una Universidad Australiana había hecho sobre el tema. En este texto se destacaban tres elementos fundamentales para lograr la felicidad: las buenas relaciones personales, la seguridad financiera y sentir que se tiene un propósito en la vida. Señalaban, además, que el más importante era tener buenas relaciones que debían ser: permanentes, cercanas y de apoyo.
La relevancia de las relaciones está presente también en la calidad de vida familiar, uno de cuyos indicadores es el clima familiar que indaga en cómo son las relaciones entre los miembros de la familia, el apoyo que se prestan y el respeto entre ellos, cómo fluye la comunicación, etc.
Una vez queda demostrado que las relaciones son tan importantes para lograr una coexistencia feliz y de calidad en una familia, nuestro movimiento asociativo tiene la responsabilidad de ofrecer los apoyos necesarios que contribuyan a que así sea a las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo. Estos apoyos deben alcanzar a todos los miembros de la familia sin excepción, porque los hermanos y las hermanas son una parte esencial y que, en ocasiones, quedan relegados a un segundo plano en nuestras organizaciones.
Apoyar a los hermanos y hermanas es apostar por las personas que, probablemente, tengan las relaciones más largas y estables con las personas con discapacidad. Conlleva escuchar su opinión, sus propuestas, sus necesidades. También implica construir con ellos las respuestas y los apoyos que necesitan; facilitar espacios de encuentro con otros hermanos o hermanas en los que puedan apoyarse mutuamente, así como compartir experiencias que les enriquezcan y ayuden a afrontar las situaciones con las que se van a ir encontrando a lo largo de la vida.
Estar al lado de los hermanos y hermanas supone invitarles de forma explícita a que participen en todos los espacios y momentos de la vida asociativa, como un miembro más de esa familia que es, en realidad, nuestro movimiento asociativo.