Felicia Martínez es escultora. Le encanta la idea de trasformar objetos: troncos de madera, piedras, lanas, lienzos; unirlos y otorgarles un nuevo significado. Su historia se remonta 18 años atrás cuando inició el taller de pintura del Centro Ocupacional de la Fundación C.A.M.Ps.
Aprende sobre la teoría del color, el uso de herramientas y reinterpreta la obra de artistas como Frida Khalo y Vincent van Gogh. Pero esta parte, le resulta demasiado académica y se lanza a experimentar por su cuenta.
Descubre en las figuras geométricas un lenguaje que le permite encontrar su propio estilo. “Hay tantas ideas que quiero materializar. A veces lo logro, otras no, y me frustro. A veces, no puedo dormir pensando nuevas formas de crear, en nuevos proyectos, en cómo hacer arte con los materiales que tengo”.
Su obra está compuesta de contrastes y colores. En su búsqueda artística empieza a utilizar objetos reciclados. “Si no cuidamos el mundo nos vamos a quedar sin árboles. Por eso me gusta utilizar en mis esculturas ramas de árboles caídos, para enseñarle a las personas el recuerdo del bosque que no tendremos en el futuro”.
Felicia encuentra la felicidad en la creación artística, en la transformación de aquellos materiales que moldea con las manos. Interviene espacios cotidianos representando también recuerdos y personas con discapacidad. “Las personas con discapacidad son protagonistas de mis obras, pienso en ellas cuando creo”.
Dice que es una introvertida pero no para de hablar. Le gusta leer novelas de intriga y misterio. También, cuenta, que le gusta escribir, aunque la poesía no se le da también como las artes plásticas.
En el taller de artes comparte mesa con 2 compañeras más. “Suelo ocupar toda la mesa, me expando”, dice y se ríe. A simple vista se ve que Felicia maneja el espacio de una forma diferente, recorre los pasillos del centro enseñando sus obras expuestas, contando cómo y porqué las ha creado, va a su ritmo, con la mirada brillante, orgullosa de ser artista.
Le gusta ubicar sus obras en lugares transitados, ser parte del movimiento rutinario de las personas, estar de alguna manera en su día a día, modificar el paisaje con un nuevo objeto que cuente una historia y haga pensar.
Es una artista de gran recorrido. Fue beca de la residencia artística inclusiva Paisaje Abierto, en Prádena del Rincón en 2020, hizo parte del Colectivo ‘Debajo del Sombrero’ en 2018 y realizó trabajos de creación en colaboración con el Colectivo Boa Mistura y otras asociaciones en el proyecto Simbiosis del Muro de Chamartín en 2016.
Felicia pregunta por espacios en los que dar a conocer su propuesta y poder tener diálogo con otros artistas. “Los artistas con discapacidad intelectual tienen mucho que decir, necesitamos que la sociedad escuche. Intentamos visibilizar su trabajo, pero no logramos que llegue a trascender a otras esferas culturales más allá de nuestros centros”, explica Carol Ludeña, maestra de Taller de Artesanía y Pintura Outsider del Centro Ocupacional.
A pesar de las dificultades para darse a conocer y hacer del arte una profesión sostenible, la inquietud y asombro de Felicia se expanden. El próximo proyecto que tiene en mente es sobre el cosmos, espera plasmar el indescifrable misterio del espacio sobre materiales naturales de su entorno.
El arte continua, y con él, continua la búsqueda de caminos que permitan a artistas como Felicia, encontrar no solo espacios para difundir su obra, sino para el desarrollo profesional de las personas con discapacidad intelectual.