En abril de 1964, 50 representantes de 19 asociaciones de familias de personas con discapacidad intelectual se juntaron en Valencia para crear FEAPS (Federación Española de Asociación de Padres de Subnormales). Entonces, aquello fue un acto de valentía en un momento histórico en el que cualquier movimiento asociativo podía ser considerado por la dictadura como un intento de subvertir el orden público. 57 años más tarde, Valencia vuelve a acoger una reunión de ese mismo movimiento asociativo que retorna al lugar en el que nació. Plena inclusión, con un nuevo nombre y la misma esencia, ahora agrupa a 950 asociaciones que apoyan a 150.000 personas con discapacidad intelectual y del desarrollo.
La transformación que ha experimentado la forma en que se conciben y se prestan los apoyos que demandan las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo ha sido tan grande y tan profunda que tiene pocas referencias en el panorama de organizaciones sociales de nuestro país. Y, quizás la mejor noticia que desvela esta vigorosa realidad es que las propias personas con discapacidad han sido las protagonistas de lo sucedido.
EL FUTURO ESTÁ EN LA CALLE
Las personas necesitamos formar parte de nuestra comunidad para tener una vida digna. Esta frase encaja para las personas con y sin discapacidad. Es tan importante que se haga realidad que gran parte de las entidades de Plena inclusión hoy en día diseñan sus proyectos y servicios
de modo que estén en contacto diario y permanente con el barrio o el pueblo.
Isabel Mañero, coordinadora de Centros Ocupacionales de la Fundació Tallers, explica esta nueva manera de organizarse. Y lo hace describiendo cómo casi 200 personas con discapacidad ‘ocuparon’ los barrios de Santa Coloma de Gramenet durante el comienzo de la pandemia, en 2020. “Dejaron de ser, para la gente de la calle, ‘los del centro ocupacional’, para pasar a ser conocidos por sus nombres. Ahora eran: Juan, Pedro, María y Nuria. Las relaciones entre ellas se transformaron al momento. Desaparecieron los conflictos, los problemas de conducta y pasaron a ser relaciones naturales, espontáneas y de ayuda”.
Precisamente el eslogan del Congreso de Valencia es ‘Ganamos en Comunidad’, porque la salida al entorno y el fortalecimiento de los lazos con el entorno es uno de los mayores retos que enfrenta Plena inclusión para los próximos años. Otro, no menos importante, es extender ‘El Poder de las Personas’. “Se ha avanzado mucho. Cada vez hay más personas con discapacidad intelectual y del desarrollo en órganos de gobierno y otros espacios de participación”, destaca Maribel Cáceres, vicepresidenta de Plena inclusión. Se ha creado la Plataforma Española de Representantes de Personas con Discapacidad Intelectual y del Desarrollo, que es el “bosque” que se plantó con la semilla de los primeros grupos de autogestores.
“Plena inclusión adopta una nueva definición que completa la anterior. En un cambio natural, ha dejado de ser una organización de familias para pasar a ser un movimiento asociativo de personas y sus familias”, apunta Santiago López, su presidente, que en su mandato que ahora finaliza se ha mostrado como un firme defensor de El Poder de las Personas.
PERSONALIZACIÓN Y ALIANZAS
La ponencia que recoge los 10 retos del VI Plan Estratégico de Plena inclusión también habla de personalización en los apoyos, fomento de las alianzas con otros movimientos sociales, internacionalización, empoderamiento de las mujeres con discapacidad intelectual y de las personas con grandes necesidades de apoyo o la adopción de una nueva mirada que permita ampliar el foco y empezar a hablar de discapacidades del desarrollo.
Como dice Javier Tamarit, «hay que asegurar que las organizaciones y los servicios de apoyo a las personas con discapacidad de desarrollo se orientan garantizar logros significativos en la vida de la gente. La tarea que tenemos por delante es, fundamentalmente, centrar nuestros esfuerzos en garantizar los derechos de las personas, que alcancen una ciudadanía plena y que sus vidas sean vidas elegidas». En esta tarea se afana el movimiento asociativo de Plena inclusión. El Congreso de Valencia, a buen seguro, ratificará esta tendencia imparable de acompañar a las personas con discapacidad y a sus familias en un viaje que nadie se quiere perder.