Revista digital del movimiento asociativo Plena inclusión

Especial Definición de la Discapacidad Intelectual

Número 469. Marzo de 2022

Javier Tamarit explica el alcance del nuevo concepto de discapacidades del desarrollo

Javier Tamarit
Javier Tamarit

Javier Tamarit, además de ser psicólogo y tener una trayectoria intachable de compromiso con las personas más vulnerables –una buena parte en Plena inclusión España-, es uno de los mayores expertos de nuestro país sobre discapacidad intelectual y del desarrollo. Tamarit ha seguido muy de cerca la evolución que han tenido, en las últimas tres décadas, los estudios de la AAIDD. Todo ello le coloca como uno de los especialistas más cualificados para reflexionar sobre la trascendencia de la nueva definición. Para conocer su opinión, conversamos con Javier, una referencia imprescindible para entender la historia reciente del movimiento asociativo de apoyo a las personas con discapacidad intelectual y del desarrollo.

Historia de un largo viaje

“La voluntad de definir la discapacidad intelectual, -antes retraso mental, antes deficiencia, antes subnormalidad- viene de finales del siglo XIX. Pero la llegada a España, por primera vez, de la definición de discapacidad intelectual por parte de la Asociación Americana, en 1994, rompe los esquemas de lo que se pensaba hasta esa fecha. Y lo hace porque afirmaba: ‘La discapacidad no es algo que uno tenga, como un corazón enfermo; o que uno sea, como ser alto o de Eslovenia. Es algo que sucede cuando la persona está en un entorno en el que tiene más o menos oportunidades o más o menos obstáculos’. Y eso fue rompedor”.

Tamarit recuerda que surgieron entonces muchas preguntas sobre cómo actuar. También se pasó de pensar que el objetivo principal era la calidad de vida de las personas y llegar allí supuso replantearse el funcionamiento de los servicios, de las organizaciones y de las políticas sociales. Sin abandonar esta visión, se avanzó en la reflexión sobre qué apoyos dar, dónde y cómo darlos.

¿A qué llamamos entorno?

“Ahora se hace más evidente que el contexto es clave”, subraya Javier Tamarit. “Y no solo hablamos de un entorno físico. Hablamos de un contexto de una persona que se construido con las características físicas, las circunstancias sociales, con su propia biografía, actitudes, experiencias, etc. A partir de ahí, se nos abre la oportunidad de crear modelos de apoyos más adaptados a cada circunstancia que faciliten crear modelos más inclusivos en la comunidad”.

Hablemos de las evidencias

Sobre los trabajos científicos, Tamarit opina que cuando se habla de evidencias no hay que olvidar, además de los datos y los análisis que emanan de toda investigación, aquella que se obtiene de la escucha a la experiencia vital de cada persona. En este proceso son necesarias herramientas que se alimenten de fuentes muy diversas. Para este experto existen herramientas para medir el grado de inclusión que se logra en un contexto. Por ejemplo, se buscan indicadores de confianza y también se busca la solidez de las redes de apoyo de una comunidad.

La primera definición

“Hay que recordar que el salto que se produjo en 1992 (la versión traducida se publicó en España en 1994), con la aparición de la primera definición de la discapacidad intelectual y del desarrollo dotó a Plena inclusión, entonces FEAPS, de una sólida estructura de ideas y experiencias que logró aterrizar y conectar con la realidad de las personas gracias al desarrollo de prácticas concretas. Han cambiado muchísimo las cosas desde las primeras Jornadas del INICO en Salamanca, en 1995”.

Solo una persona

“No vale con asumir la nueva concepción de los apoyos desde una perspectiva utilitarista: si ya se ha logrado avanzar con muchas personas, lo estamos haciendo bien. Mientras haya una sola persona con la que no se haya entrado en esta dinámica, la revolución no ha terminado”.

Personas con grandes necesidades de apoyo

“Los estudios pasan de hablar de inteligencia a centrar el foco en la conducta adaptativa que sí tiene una repercusión en la vida diaria. Para las personas con grandes necesidades de apoyo investigar en sistemas que le faciliten la vida cotidiana, tiene mucho sentido. También para las políticas que deben tener en cuenta cómo, gracias a la tecnología, se pueden conseguir enormes avances en la calidad de la vida cotidiana para estas personas. Gracias a estos apoyos no se modifica su capacidad intelectual pero sí se consigue que su vida sea más vivible y significativa.

José L. Corretjé

Plena inclusión España
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