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Charlamos con María del Mar García Serna, hermana de José David y miembro de la Red de Herman@s y Cuñad@s de Plena Inclusión. Desde hace poco es presidenta de Prolaya (Alcalá de Guadaíra), la entidad donde está su hermano. En ella vemos la evolución del papel de los hermanos en las entidades o al menos del peso que deseamos, deberían tener.
Raúl Febrer. Red de Herman@s y Cuñad@s de Plena inclusión
Sin duda, tu acercamiento a la entidad viene de la mano de la evolución de tu hermano allí. ¿Cuándo llega Prolaya a vuestra vida?
Nos remontamos a los años 90, cuando mi hermano aún estaba en su etapa escolar. El director de este centro reunió a los padres para decirles que cuando sus hijos terminen la etapa educativa, a los 21 años, no hay recurso ninguno para ellos. Así que no les quedó otra que crear una asociación llamada Prolaya (promotora laboral y asistencia, etc.), donde crean un centro ocupacional para personas con discapacidad intelectual.
Esa es una tónica que se repite en muchas asociaciones: la necesidad empuja a las familias a convertirse en protagonistas del cambio. ¿Qué edad tenías tú cuando esto ocurre?
Cuando mi hermano se incorpora al centro ocupacional yo tenía 21 años. Recuerdo que las instalaciones que cede el ayuntamiento de Alcalá de Guadaira eran unas antiguas lavanderías del año 1929. Esto fue un gran reto para todos los padres de la entidad, y quizás, ese fue el nexo de los familiares: había que poner instalaciones adecuadas para sus hijos.
Supongo que tu vinculación empezaría a través de tus padres
Recuerdo perfectamente, en tiempos de elecciones generales, autonómicas o locales; las naves llenas de pallets, con propaganda electoral. Nos reuníamos las familias para rellenar los sobres con las distintas candidaturas. Lo hacíamos para sacar un dinero extra e invertir en la transformación de las instalaciones. Otros recuerdos que me vienen a la cabeza: era la etapa de construir baños y vestuarios nuevos. Lo hicieron varios padres, entre ellos el mío. unos con más y otros con menos experiencia haciendo los baños. Incluso nuestro antiguo presidente Urbano Gómez Moya (maestro jubilado) con un martillo percutor para abrir la zanja. Todos tenían un fin muy concreto: “hacer lo posible para hacerlo posible”.
Un día, en uno de esos encuentros de ese tipo, me pregunta, el presidente: Mª del Mar, ¿podrías colaborar con nosotros en la Junta Directiva? Yo me encontraba terminando mis estudios de empresariales. Creo que tu juventud nos podrá enriquecer nuestra labor, me dijo. Y así me inicié en este largo viaje. Era el año 2000.
Como hermana que habrás pasado por varios puestos, supongo. ¿Cómo ha sido tu evolución?
Mira, primero pasé por el cargo de secretaria. Después fui la tesorera. En este cargo mucho más tiempo que en el primero. Y en diciembre del 2020 me convierto en presidenta de la entidad.
Mi evolución durante todos estos años ha tenido que ver mucho con la formación recibida desde Plena Inclusión. La más importante para ver desde todos lo ángulos posibles la entidad, el entorno y comunidad, ha sido ‘En Plena Forma’, dirigido a directivos y miembros de juntas directivas. Después han venido muchas más: desde talleres de autodeterminación, encuentros de familiares en temas de tipos de vida independiente. Hasta el Encuentro Estatal de hermanos en Salamanca, que hizo poner en marcha en Andalucía el grupo de hermanos y cuñados.
Gracias María del Mar, ojalá muchas entidades vayan abriendo paso para que esa segunda generación entre pisando fuerte como tú lo has hecho.