Soledad Arnau es una
voz muy autorizada
cuando se habla de autodeterminación
de las personas con discapacidad.
En este artículo publicado en
la revista VOCES del mes de junio
defiende la importancia de
esta figura profesional:
un derecho de las
personas con discapacidad
que debe ser financiado
por las administraciones públicas.
Una figura de apoyo con futuro
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La Asistencia Personal se constituye como una figura de apoyo imprescindible para poder llevar una Vida Independiente. Las personas necesitamos vivir de manera desinstitucionalizada y sin que se nos incapacite jurídicamente. Algunas personas tenemos necesidades de apoyos constantes y permanentes, por lo que la figura de Asistente Personal puede ser crucial.
La Convención Internacional de Derechos de las personas con discapacidad (ONU, 2006) nos recuerda en su artículo 19 que todas las personas tenemos derecho a vivir en forma independiente y a ser incluidos/as en la comunidad. Todas las personas tenemos que aprender a convivir unas con otras y a respetar nuestras diferencias. Las sociedades democráticas y avanzadas deben cuidar bien de su ciudadanía, de toda su ciudadanía sin exclusión alguna.
Tenemos derecho a vivir donde queramos, con quien queramos, a salir y a entrar en nuestras casas a nuestro gusto y necesidades, a ir a trabajar o estudiar, pero también a hacer ocio y tiempo libre con quienes queramos. Debemos socializarnos con otro tipo de personas, para conocer otras realidades humanas.
Si tenemos necesidad de Asistentes Personales, el Estado nos los debe proporcionar, dándonos la cantidad económica necesaria en función de nuestros ritmos de vida y por la cantidad de horas que sea menester, para que nuestras vidas tengan sentido, podamos disfrutar de la vida en igualdad que el resto de otras personas, y llevemos la vida que creemos más adecuada para cada persona.
Si todo esto es fundamental para construir unas buenas políticas públicas de los cuidados, cabe tener muy presente que el grupo de mujeres y/o personas LGTBQI+, sin Asistencia Personal pueden verse expuestas en situaciones de gran vulnerabilidad. Hay que fomentar una cultura de Vida Independiente, que dichas políticas públicas de los cuidados se fundamenten en este enfoque de Vida Independiente y que desde posicionamientos feministas replanteen el concepto de cuidados a fin de poner en reconocimiento que algunos de estos grupos, cuando viven en sus casas, porque no tienen posibilidad de una independencia, están realizando una serie de tareas de cuidados no reconocidos por nadie, ni si quiera por el propio movimiento feminista.
Finalmente, cabe recordar que la Asistencia Personal también es una oportunidad para prevenir y acabar con las violencias machistas y de género.