Sali Guntin, EAPN: “Las mujeres están más expuestas a la vulnerabilidad social”

Sali Guntin, vicepresidenta de Vicepresidenta de EAPN-ES.

Desde la Red Española de Lucha contra la Pobreza y la Exclusión social en el Estado Español (EAPN-ES), elogiamos la Iniciativa de Plena Inclusión de adherirse a la Campaña de ONU Mujeres “Día Naranja”, por la que el día 25 de cada mes se remarca el rechazo a toda clase de violencia contra las mujeres. Se trata de una buena forma de sensibilizar a la sociedad y de reforzar el trabajo de todas las Entidades y Administraciones Públicas que no desistimos en el empeño de erradicar cualquier clase de las situaciones violentas que sufren muchas mujeres, y que conforman una de las mayores lacras de la sociedad.

En el mes de octubre coinciden además otras fechas muy significativas, establecidas también por Naciones Unidas: el 15 de octubre, Día Internacional de las Mujeres Rurales y el 17 de octubre, conmemorativo del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza.

Me quiero referir aquí a la pobreza como vulneración de los derechos humanos, una forma de violencia a veces escondida, invisibilizada, que sufren miles de personas en el mundo, pero también aquí, en nuestros barrios y ciudades, en uno de los países más ricos del planeta.  A menudo se contemplan las tasas de pobreza   con cierta incredulidad y por ello son necesarios estos toques de atención como el día Internacional. Hay muchos indicadores que muestran que en la pobreza prevalece el rostro de mujer:   tasas de desempleo muy altas, empleos estacionales y a tiempo parcial o en la economía informal. A ello se une el grupo de mujeres mayores con pensiones bajas que, habiendo trabajado toda su vida, no han ocupado un empleo con las debidas garantías de protección social. Mujeres inmigrantes, gitanas, con discapacidad, sin hogar, las que viven en el medio rural sin acceso a servicios, son otros ejemplos.

En cuanto a la discapacidad, nuestro Informe Anual sobre el Estado de la Pobreza en España, que ha sido presentado precisamente el pasado 17 de octubre, y que se basa en datos del 2019, incluye un apartado en el que destacan los principales indicadores de pobreza y/o exclusión social para personas con discapacidad. Son datos obtenidos mediante una explotación específica de los microdatos de la Encuesta de Condiciones de Vida 2019, elaborado por el equipo de investigación de la EAPN-ES. Tanto en el Informe de este año, como en los de años pasados, las personas con discapacidad soportan un riesgo de pobreza y/o exclusión mucho más elevado que las que no tienen discapacidad. La población con discapacidad presenta valores extraordinariamente más elevados que el resto de la población en todos los indicadores de AROPE (siglas en inglés de “At risk of poverty and/or social exclusión”, concepto acuñado por la UE para medir la pobreza en todos los Estados miembros y en diferentes parámetros):  pobreza, pobreza severa, privación material severa y BITH (Baja intensidad de empleo en el hogar). Y estas diferencias se mantienen todos los años. Además, con relación a los datos del año 2018, y al contrario de lo sucedido entre la población sin discapacidad, las personas con discapacidad han registrado un importante deterioro en la mayoría de los indicadores. Respecto a la diferenciación por sexo, el reparto de la tasa AROPE en las personas con discapacidad es muy intermitente, destacando que en varios indicadores y en los diferentes años, el porcentaje de las mujeres en riesgo de pobreza es muy significativo. Esto no nos extraña porque, más allá de características personales, existen muchas circunstancias en las que se sufre esta situación, como por ejemplo las que soportan solas las cargas familiares. Las dificultades de las mujeres que crían solas a sus hijos e hijas, las familias monomarentales, un grupo que, tozudamente, aparece en diferentes estudios como el de mayor vulnerabilidad social, son comunes o muy parecidas entre todas ellas, porque prevalece el hecho de ser mujer. Los obstáculos se reproducen de muy parecida manera, cualquiera que sea su perfil, porque su problemática se entrecruza con las diferencias personales. 

Quiero resaltar los pasos que se han emprendido en pro de las alianzas en el Tercer Sector de Acción Social de Organizaciones muy diferentes:  entidades que tienen como misión la intervención específica con mujeres, junto a otras entidades sectoriales, a las que se unen otras generalistas, además de las llamadas entidades singulares. Todas ellas se han unido para encontrar mejores respuestas encaminadas a  superar las  dobles y triples discriminaciones que sufren las mujeres más vulnerables..

También  me gustaría señalar el documento elaborado en el pasado mes de abril por el “Grupo de Género e Igualdad del Consejo Estatal de ONG de Acción Social” coordinado por la Comisionada de Género de la Plataforma del Tercer Sector de la Federación de Mujeres Progresistas y en el que se formulan diversas propuestas para paliar el impacto del  “estado de alarma” en los colectivos de mujeres más vulnerables y en el que han participado más de quince entidades junto a la Administración,  entre ellas Plena Inclusión y EAPN-ES a través de su Grupo de género.

Queda mucha tarea por hacer. Seguimos trabajando en Red. No nos resignamos.

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