Reportaje de portada del VOCES de junio: ‘Cambia la realidad desde tu barrio o tu pueblo’

Durante el coronavirus han muerto y han pasado
la enfermedad millones de personas
en el mundo,

Estas personas viven en barrios donde
viven personas con pocos recursos
económicos no solo en España
sino en todo el mundo.

Estas personas han tenido que marcharse
de otros países para encontrar
un futuro mejor.

Durante esta crisis se creó Red de Ciudados.

Esta Red se dedicaba al cuidado
de las personas que no podían
salir de sus casas o estaban enfermas.

Esta red repartió alimentos a las familias
más necesitadas por la pandemia en
la que 120 personas voluntarias participaron.

Por otro lado en Almaguer un pueblo
de Colombia uso las radios comunitarias
para que lo jóvenes hicieran difusión
de sus obras.

Para finalizar en intedis una entidad
de Plena inclusión Murcia diseñaron
una nueva forma de atender
a las 60 personas con discapacidad intelectual
que atienden en su centro.

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La pandemia y el confinamiento han traído a millones de personas: muerte, enfermedad y sufrimiento, además de crisis social y económica. Pero también esta crisis ha provocado una reacción social de apoyo a los colectivos más vulnerables en los barrios. A este despertar de la solidaridad local dedicamos el reportaje de portada del VOCES de junio que podrás leer en su totalidad a partir de este miércoles, 24 de junio.

José L. Corretjé. Plena inclusión España

¿Qué tienen en común un barrio con 200.000 almas ubicado en el sureste de Madrid, un pequeño pueblo de los andes colombianos y una comarca del interior rural de Murcia? En todos estos lugares el tsunami del coronavirus ha hecho nacer un modo distinto de enfrentarse con la adversidad, de apoyar a los vecinos y vecinas más vulnerables. El lema: “Piensa global, actúa local”, nunca tuvo más sentido.

Moratalaz es una inmensa barriada de Madrid, situada a orillas de la autovía que comunica la capital con Valencia. Creada a finales de los años 60 sobre la nada, se ha convertido en estas décadas en un distrito habitado mayoritariamente por población mayor y ciudadanía llegada de otros países en busca de un futuro mejor.

“Cuando a mediados de marzo se decretó el Estado de Alarma, un grupo de vecinos y vecinas que pertenecíamos a la Red de Cuidados del 15-M pensamos que podíamos ser útiles apoyando a las personas mayores y enfermas con problemas para salir de casa a hacer la compra”. Roberto Borda, uno de los promotores de la Despensa Solidaria de Moratalaz describe el origen de este impulso solidario. “Luego vimos que muchas familias no tenían para comer, así que nos organizamos para recoger alimentos a la salida de los supermercados y así proveerles de lo mínimo”, precisa.

Esta red solidaria espontánea se puso en contacto con los Servicios Sociales del Ayuntamiento de Madrid para conocer por qué no apoyaba a cientos de familias que lo necesitaban. Desde la Junta de Distrito les dijeron que esas familias ya eran receptoras de ayudas. “La mayoría había solicitado apoyo a los Servicios Sociales municipales, pero estos se lo habían negado”, denuncia Borda. Algunas familias que recibían la Renta Mínima de Inserción complementaban esta exigua ayuda con pequeños trabajos, permitidos por la ley, pero que habían perdido por estar en ERTEs. “Era una situación injusta que no podíamos permitir”, recalca. La Despensa Solidaria de Moratalaz, en la que se implicaron 120 voluntarios y voluntarias, atendió la emergencia alimenticia de cerca de 500 personas. Las decenas de redes vecinales que se crearon en Madrid durante la pandemia repartieron alimentos a más de 20.000 personas durante marzo, abril y mayo, de acuerdo con los datos facilitados por la FRAVM (Federación Regional de Asociaciones Vecinal de Madrid).

COMBATIR LA POBREZA CON ARTE

Almaguer es un pueblo del Departamento del Cauca, en el corazón de los Andes colombianos. La mayoría de sus 21.000 habitantes subsiste del cultivo del café, la caña de azúcar o de la artesanía. El suroeste de Colombia fue una de las zonas más castigadas por el narcotráfico y la guerra civil que desangró el país durante más de medio siglo. Sobrevivir en Almaguer no resulta una tarea sencilla. La población joven tampoco se libra de la pobreza y la violencia que no cesa. Por eso nace en 2017 la Escuela de Formación Artística y Centro Cultural en la parroquia de San Francisco para trabajar a través de la creación y representación de obras de teatro con las chicas y los chicos de Almaguer. Financiado por un programa de Naciones Unidas, está dirigido a estudiantes de entre 12 y 17 años atiende a 500 jóvenes. 

“Durante la pandemia se suspendió la actividad. Además, en la crisis del coronavirus han tenido lugar enfrentamientos armados entre diferentes grupos de disidencia”, nos cuenta Jorge Lara, promotor de una iniciativa que tuvo que reinventarse. “Se nos ocurrió que ya que no podíamos hacerlo de modo presencial podíamos usar las radios comunitarias para difundir las obras de los jóvenes”, resume Lara. El ingenio y la creatividad volvió a ofrecer una alternativa ante la adversidad.

MAHOMA Y LA MONTAÑA

En Intedis, una pujante entidad de Plena inclusión Murcia que trabaja con personas con discapacidad intelectual o del desarrollo y sus familias, entendieron a la crisis del COVID19 como una oportunidad para mejorar su trabajo. “No disponíamos de conexiones de transporte público para atender a todas las personas que atendíamos en nuestros centros. Así que decidimos acercarnos a sus casas, a sus pueblos, para darles una atención más personalizada”. Mónica Corbalán, gerente de Intedis resume el planteamiento que se hicieron echando mano del refranero popular.

El “Si la montaña no viene a Mahoma…” lo sumaron al “Haz de la necesidad virtud” y diseñaron una nueva forma de atender a las 60 personas con discapacidad intelectual a las que atendían en su centro. Los 25 profesionales de Intedis mantuvieron durante el confinamiento una comunicación diaria con las familias y, cuando llegaron las fases de desescalada acudieron a la decena de pueblos que reúne la comarca del Río Mula, que es la zona de la Murcia rural que cubre su entidad, para conocer de cerca la vida cotidiana de estas personas.

“Antes las personas pasaban tres horas viajando en el bus y ocho horas en el centro de día. Y eso significaba que convivían muy poco con sus familias”, explica Corbalán. “Con este nuevo modo de trabajar hemos conseguido que las familias se impliquen más en el plan de vida, el tratamiento y las actividades de su ser querido”, añade.

 

Este reportaje se publicará en el próximo número de VOCES junto a otras entrevistas, noticias, reseñas de publicaciones y mucho más. Si quieres recibir gratuitamente la revista de actualidad de Plena inclusión, solo tienes que suscribirte aquí.

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