La inteligencia artificial
puede facilitar la vida a las personas
con discapacidad intelectual o del desarrollo.
¿Qué es la inteligencia artificial?
Es un aparato que da una respuesta
que parece la de una persona.
Imagina un altavoz
con el que puedes hablar y hacerle preguntas.
Le preguntas si va a llover,
puedes comprar cosas por internet
o hacer video llamadas solo
con pedirlo con tu voz.
Imagina que le dices:
– Salgo a la calle.
Y te responde:
– Vale. Voy a guardar el documento
que estabas escribiendo.
No te preocupes:
yo cierro la puerta
y apago la luz cuando salgas.
¿Cómo puede ayudar a las personas con discapacidad intelectual?
La inteligencia artificial debe estar pensada
para las personas con y sin discapacidad intelectual.
La inteligencia artificial podría saber
qué dificultades tienes para comprender.
Por ejemplo: si te cuesta leer o contar monedas.
Así, podría responder de forma más sencilla.
Por ejemplo: leerte una receta
y explicar las palabras más difíciles.
Además, si la inteligencia artificial mejora mucho más
podría ayudarte a mejorar
en las cosas que más te cuestan.
Riesgos
El riesgo principal es que la inteligencia artificial
no esté pensada para personas
con discapacidad intelectual.
Otro riesgo es que alguien
use tu información personal para engañarte.
La inteligencia artificial debe tener
medidas de seguridad para evitar eso.
Otro riesgo es que te dé pocas opciones.
Si te da pocas cosas a elegir,
tendrás menos libertad.
Artículos relaciondos
Busca más artículos de la serie
#LaTecnologíaQueSoñamos
Versión en lectura difícil
Este contenido NO está adaptado a Lectura Fácil
La inteligencia artificial abre una serie de posibilidades de gran interés que podría facilitar la vida a muchas personas con discapacidad intelectual o del desarrollo.
Para empezar, la definimos. La inteligencia artificial es aquella muestran las máquinas. O, dicho de otro modo, es un dispositivo que tiene un nivel de respuesta que te puede recordar al de una persona.
Un ejemplo muy actual, y que nos puede ayudar a hacernos una ideas, es Alexa. Se trata del asistente virtual de Amazon que funciona con tu propia voz. Quizá lo has visto: das una orden a unos altavoces que te responden.
Ya había antes otros asistentes similares, como Siri, Cortana o el propio de Google, pero Alexa sobresale sobre el resto. Puedes preguntarle información, hacer comprar, extender sus posibilidades instalando complementos, hacer video llamadas o incluso controlar tu casa con domótica.
Imagina que le dices: “Alexa, salgo a la calle”. Y te responde: “Ok, voy a guardar tus archivos. Yo cierro la puerta y apago la luz cuando salgas, ¿vale?”.
Identificar el nivel de comprensión y adaptar la respuesta
A la inteligencia artificial aún le queda mucho camino por delante; pero, ¿y si soñamos qué desarrollos podrían beneficiar más a las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo?
Evidentemente, toda la tecnología les es útil, sobre todo cuando es accesible. Lo primero sería que todos los dispositivos y aplicaciones fueran diseñados pensando en ellas y, en los equipos de personas que los prueba, siempre se contara con personas con dificultades de comprensión.
Partiendo de ahí, podemos marcar avances que supondrían un éxito en la inclusión tecnológica. El primero: que la inteligencia artificial fuera capaz de identificar el nivel de comprensión de la persona que lo utiliza. Así sería capaz de interpretar mejor sus consultas y ajustar sus respuestas.
Teniendo en cuenta que la mayoría de las personas a veces no somos capaces de adaptarnos y ser accesible, o “no tenemos ese chip”, en ese caso, y paradójicamente, la inteligencia artificial sería más humana que gran parte de la humanidad.
Seguimos soñando: ¿y si la inteligencia artificial pudiera en algún momento incluso ayudar a mejorar el nivel de comprensión de las personas? Podría detectar en qué necesitamos más apoyo, estimular y entrenarnos.
Alertas éticas
La primera alerta ética es la siguiente: si la inteligencia artificial no está pensada para personas con dificultades de comprensión, nunca será inteligente. Más bien estúpida.
Por otro lado, si fuera capaz de identificar el nivel de comprensión de una persona, según la Ley de Protección de Datos, esto supondría que tendría un nivel de información sobre las usuarias y los usuarios de alta protección. Debería incorporar las medidas oportunas de seguridad para que nadie pudiera vulnerar sus derechos.
Otro aviso: si las respuestas son escasas (para ajustarse al nivel de comprensión de las personas, por ejemplo), quienes gobiernan sobre los sistemas tecnológicos podrían estar atentando contra la libertad de las personas, con o sin discapacidad. Y, de hecho, esto está ocurriendo ya.
Olga Berrios
Responsable de Accesibilidad Cognitiva de Plena inclusión España