Me interesa mucho el término
«indefensión aprendida».
Ocurre cuando una persona o un animal
aprende a portarse de manera pasiva.
Piensa que puede hacer poco
o que no hay solución para los problemas.
Imagina a una niña pequeña
a la que pegan todos los días sin motivo.
De mayor, es posible que esa persona
piense que recibir palizas
es algo normal y no puede hacer nada
para acabar con eso.
No solo ocurre con violencia física.
Por ejemplo: también puede pasarte con insultos.
O que creas que la única manera
de andar por las ciudades
es que haya personas que circulan
muy rápido y de forma violenta
con coches, motos, patinetes o bicis.
Cuanto nos acostumbramos a la falta de accesibilidad
Es posible que también nos acostumbremos
a la falta de accesibilidad:
- Que haya escaleras
en vez de rampas. - Que haya pocos libros con Braille.
- Que sea difícil de entender
los juicios o los bancos.
Si nos acostumbramos,
no sabemos imaginar
un mundo accesible.
La costumbre es un reto para la accesibilidad
Ya me ha pasado varias veces.
Y hoy lo he vuelto a ver.
Una persona pregunta por el baño
delante de un cartel del baño.
Es posible que esa persona
tenga prisa y no se fije.
Pero me surge la duda.
Quizá no miramos los carteles
porque nos hemos acostumbrado
a que falten carteles.
Si esto es así,
es posible que hagamos
muchas mejoras de accesibilidad
que parezcan no funcionar.
Aunque estén bien hechas.
Lo que puede ocurrir
es que nos acostumbramos a que no haya
y no las vemos.
Así que algo importante
que quizá debemos tener en cuenta:
las personas también deben acostumbrarse
y a veces incluso a aprender
a vivir en un mundo accesible.
Olga Berrios
Responsable de accesibilidad
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