¿Qué queremos decir con educación inclusiva? Simplemente, es la creación de entornos de aprendizaje que maximizan el potencial de cada joven en nuestras sociedades diversas para recibir una educación de alta calidad en las escuelas locales que atienden a toda la comunidad. Un elemento importante de esta diversidad se relaciona con la discapacidad.
Al menos uno de cada cinco jóvenes tiene alguna forma de variación de la “norma” física o mental. En el pasado, esto ha sido causa de discriminación y segregación educativa. En este diálogo, nos
enfocamos en su plena inclusión como estudiantes valiosos en las escuelas y salones de clases convencionales.
El derecho a una educación inclusiva se ha expresado más recientemente en el artículo 24 de la Convención de las Naciones Unidas sobre los Derechos de las Personas con Discapacidad, que les pide inequívocamente a los gobiernos un sistema inclusivo de educación a todos los niveles.
Todos se benefician. Nosotros estamos de acuerdo con esa petición. La evidencia publicada y nuestras propias experiencias personales y profesionales nos dicen que cuando la inclusión se hace adecuadamente, todos los niños se benefician. Sin embargo, tras más de 30 años de esfuerzos pioneros en diferentes países para cumplir con esta aspiración, preocupa que existan muy pocas jurisdicciones en las que se puede hablar de un sistema de educación realmente incluyente.
Por el contrario, generalmente hemos visto pequeños éxitos en una que otra escuela progresista guiada por líderes carismáticos, o un enfoque más amplio donde la inclusión es “injertada” en las prácticas educativas tradicionales, lo que significa que hay más niños con discapacidad “integrados” en las escuelas locales pero sin que se hagan los cambios necesarios para asegurar su participación equitativa en el aprendizaje.
Estas deficiencias pueden entenderse como prueba de que las buenas intenciones se ven limitadas por contradicciones sistémicas. Por ejemplo, los estudiantes pueden aprender juntos, pero los esfuerzos para promover la inclusión pueden centrarse demasiado en la ayuda adicional para los estudiantes identificados como “especiales” en lugar de manejar la clase para que todos aprendan a su manera. Por otra parte, los exámenes estandarizados pueden impedir que algunos muestren su talento completo o incluso que progresen con sus compañeros al siguiente grado.
Es posible que algunas escuelas admitan a personas más diversas, pero el conocimiento adicional que podría mejorar el aprendizaje de los
estudiantes (y de hecho la enseñanza del docente) está disponible principalmente en aulas y escuelas especializadas. En algunas situaciones, la aceptación estatal de un sistema plural de educación (es decir, público y privado) no contrarresta adecuadamente los problemas de selección negativa por los que algunos estudiantes son excluidos de las escuelas más enfocadas hacia el éxito académico.
Cambio transformacional. En consecuencia, este documento plantea que la educación inclusiva para todos requiere un cambio transformacional en los sistemas de educación pública para que la inclusión se convierta en una característica intrínseca de la política, la cultura y la práctica desde el aula hasta el ministerio de educación, y una expectativa fundamental de las comunidades en las que las escuelas se encuentran.
Utilizamos la frase sistema educativo como una abreviatura para el patrón complejo de relaciones entre diferentes actores, diferentes niveles organizacionales y diferentes actividades que, con el tiempo,
determinan experiencias educativas para todos los niños y jóvenes en una jurisdicción dada.
Cuatro aspectos principales. A continuación, examinamos desde nuestra experiencia cuatro aspectos principales de la transformación en la educación.
Primero. Hemos identificado diez aspectos clave en las estrategias de cambio que se deben unir para lograr la transformación fundamental que estamos buscando. Para esto es esencial la concepción enriquecida de que la educación de calidad es el derecho de cada joven, junto al compromiso con un conjunto de valores primordiales para hacer que la inclusión funcione para todos. Estas ideas sustentan todas las otras actividades necesarias para desarrollar un sistema educativo eficaz a nivel departamental o nacional.
Segundo. Esos diez aspectos clave necesitan acciones que los refuercen mutuamente a nivel del aula de clase y la escuela, las autoridades locales de educación (por ejemplo, municipales y departamentales) y los niveles de gobierno donde se formulan las políticas educativas.
La tercera dimensión es el tiempo. Pensamos en la transformación como un recorrido en el que los líderes tienen que aclarar su visión de un futuro mejor para todos los interesados y trazar una ruta hacia el cambio en todo el sistema, atendiendo a las contribuciones requeridas en los tres niveles. Incluso con condiciones de apoyo, nuestra experiencia ha demostrado que este proceso puede tomar cinco años o más para un departamento escolar completo y aún más para todo el sistema. La historia de Nuevo Brunswick ilustra la naturaleza de este camino (ver recuadro II, más adelante).
Cuarto, y por último, es claro que la transformación requiere encontrar formas de movilizar la contribución de todos los actores interesados en la educación, incluyendo a:
• Familias que buscan la inclusión de sus hijos.
• Los niños, quienes a menudo son los mejores en ver a otros niños simplemente como niños.
• Los docentes, quienes aprenden nuevas formas de trabajo y lideran sus aulas.
• Otros expertos profesionales, quienes usan sus capacidades para ayudar a que cada niño pueda aprender lo mejor posible.
• los rectores, quienes ponen esta transformación en el centro del plan de mejoramiento escolar;
• Los responsables de la formulación de políticas educativas, que definen el marco para el cambio del sistema y garantizan la disponibilidad de los recursos.
• Los líderes de las comunidades en las cuales están las escuelas, quienes entienden que la educación inclusiva ayuda a construir comunidades incluyentes.
La transformación a menudo comienza como un proceso de lucha de un grupo u otro (una asociación de padres, un grupo de docentes inspirados por una situación reciente, etc.) que aboga por un cambio de principios. Siempre habrá desafíos y esfuerzos, pero si se implementa a través del tiempo, nuestra matriz transformacional ilustra y afirma la necesidad de crear y fomentar alianzas de los diferentes intereses internos y externos para que la reforma sea durable y la experiencia se lleve a generar lecciones aprendidas.
Diez claves
– Educar para la vida
– Promover la inclusión
– Fomentar el liderazgo transformacional
– Establecer alianzas
– Invertir en la igualdad
– Derribar las barreras a la participación
– Fortalecer la pedagogía inclusiva
– Priorizar el desarrollo profesional
– Aprender de la experiencia
– Planear el camino hacia la inclusión
Llamada a la acción. La educación pública es la inversión que hace la sociedad con el fin de preparar a los niños y jóvenes para que hagan frente a los desafíos del siglo XXI y construyan un mejor futuro para ellos y sus comunidades.
Es necesario incluir a todas las personas en este esfuerzo. Es un asunto de todos.
Estudiantes- Necesitan dar lo mejor de sí mismos para aprender, ayudar a sus compañeros y contribuir para hacer de sus escuelas lugares incluyentes.
Padres- Necesitan hacer incidencia a favor de sus hijos, ayudar en su educación y trabajar con sus
escuelas para maximizar su efectividad.
Docentes- Necesitan acoger a todos los niños, enseñar de manera inclusiva y jugar su rol en la
planificación de la mejora escolar.
Otros profesionales– Desde su experticia particular, necesitan ayudar a los docentes a tener éxito en aulas diversas y garantizar que los estudiantes con necesidades diferentes obtengan el apoyo correcto.
Gordon L. Porter es Director Inclusive Education Canada.
David Towell es Director Centre for Inclusive Futures. Reino Unido.