Imagina que te pones unas gafas.
Con ellas, ves una escena virtual o imaginaria.
Por ejemplo: que puedes conducir un coche.
Aprendes a usar el volante y los pedales.
También aprendes a circular
respetando las señales de tráfico.
La realidad virtual es eso:
un lugar que parece real
y está creado con la tecnología.
La realidad virtual
puede dar muchas oportunidades
a las personas con discapacidad
intelectual o del desarrollo.
Vamos a explicar 3 oportunidades.
Oportunidad 1: formación
Puedes aprender a conducir, por ejemplo.
También puedes aprender a trabajar
con prácticas en una oficina virtual.
Y luego trabajar en una oficina real.
Oportunidad 2: adelantar información para evitar nervios
Hay personas que se ponen muy nerviosas
en situaciones como ir al dentista.
Sobre todo, les pasa a las personas con autismo.
Ya hay experiencias de realidad virtual
que simulan una consulta de dentista.
Así pueden saber cómo será ir al dentista
e ir luego al dentista real con más seguridad.
Oportunidad 3: ocio y cultura
También la realidad virtual se usa
para disfrutar del ocio y la cultura.
Puedes viajar de forma virtual,
visitar un museo o jugar.
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Quieres aprender a conducir. Imagina que, antes de las clases de la autoescuela, te pones unas gafas. En un entorno de realidad virtual, estás sentada al volante de un coche. Puedes aprender cómo se usan los pedales o incluso aprender a circular por una ciudad virtual. Tras los primeros ensayos, es posible que sientas más seguridad para dar las primeras clases reales.
La realidad virtual es un entorno generado por tecnología de escenas u objetos de apariencia real. Puede abrir unas posibilidades interesantes también para personas con dificultades de comprensión.
Una ya la hemos puesto sobre la mesa, o más bien sobre la pantalla: la formación. Por ejemplo, ya hay una entidad de Plena inclusión Comunidad Valenciana que ha experimentado en un entorno virtual prácticas de personas que van a trabajar en oficinas.
Otro uso de gran valor es la anticipación a situaciones estresantes. Ahí podemos mencionar iniciativas como VirTEA. Están pensadas para personas con trastorno del espectro autista, que necesitan que les anticipen información para no vivir con estrés cambios en su vida cotidiana.
Así, se han generado experiencias virtuales como la de ir a una consulta de odontología o ir a la peluquería, con resultados muy positivos. Así, antes de ir al sitio en cuestión, la persona experimenta algo similar y podemos explicarle lo que va a ocurrir y calmarle.
Una última opción: ¡ocio y cultura! Qué tal usar la realidad virtual para acercar experiencias alejadas, por falta de accesibilidad cognitiva pero también económica, a las personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Y, sobre todo, a aquellas con más necesidades de apoyo. Realidad virtual para viajar en globo, jugar en otro planeta o visitar un lejano museo. O uno cercano en tiempos de pandemia.
Formación, ocio y cultura y anticipación a situaciones estresantes. Estas son tres posibilidades que abre la realidad virtual para personas con discapacidad intelectual o del desarrollo. Entre ellas, personas con autismo, parálisis cerebral o síndrome de Down.
Fotografías. Las imágenes de este artículo son del proyecto VirTEA.
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Olga Berrios
Responsable de accesibilidad