María González de la Rivera: “Mi hermano Daniel es una luz en mi vida”

María González de la Rivera
es hermana de Daniel y pertenece
a un grupo de hermanos y hermanas
de Down Madrid

En esta entrevista Maria dice:

-Cuando nació Daniel ella tenía
2 años de vida el se convirtió
en su compañero de vida
y aprendo de el muchas cosas.

– Me ha enseñado a ser comprensiva
y ser una persona integradora
y que Daniel es una persona positiva.

-Daniel es una persona feliz
y que hace feliz a la gente.

-Me he que quitado el miedo
y que la inclusión es real es posible
y que estas personas pueden tener
grandes capacidades..

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Entrevista a María González de la Rivera, hermana de Daniel y miembro de un grupo de hermanos y hermanas de Down Madrid (Plena inclusión).

Red de Hermanos/as de Plena inclusión

A partir de las conclusiones de un encuentro de un grupo de hermanos de Down Madrid, dinamizado por Mar García Orgaz, realizado antes de Navidad, con hermanos del Proyecto formativo Focus.  es decir, de jóvenes entre 21 y 24 años decidimos contactar con una hermana participante, María González de la Rivera.

Háblanos de tu hermano Daniel

Mi hermano Daniel es una luz en mi vida. Cuando él nació yo tenía dos años y él era exactamente como una niña de dos años se espera a un hermano: muy pequeño. por eso para mí nunca ha sido distinto, aunque sí especial. Ha sido, y es, mi compañero de vida, la persona junto a la que he crecido y junto a la que he aprendido casi todo lo que se, y a la que he visto crecer y aprender a mi lado todos los días de mi vida. Mi compañero de locuras, de ideas descabelladas, de tonterías y de un montón de experiencias, felices o tristes, a las que siempre me ha ayudado a enfrentarme y encontrar el lado bueno. Es una de las razones por las que me levanto cada día con ilusión y por las que nunca tiro la toalla, por él y porque él me ha enseñado que con esfuerzo todo se consigue. Daniel es una inspiración, un modelo, un apoyo y un impulso en mi vida.

¿Qué has aprendido de él?
Ser hermana de Daniel me ha hecho la persona que soy: me ha enseñado a ser comprensiva con todo el mundo y buscar en la gente eso de especial que siempre tienen, a que lo raro y lo único de la gente es lo que más merece la pena conocer; me ha enseñado a ser una persona inclusiva e integradora, a saber, que todo el mundo me puede aportar algo y a apostar por la gente diferente, que es la más enriquecedora. Pero sobre todo de Daniel he aprendido a ser una persona positiva, a ver el lado bueno de las cosas y, como hace siempre él, a dar gracias a Dios por todo lo bueno que nos pasa; a saber, que soy feliz y que esa felicidad hay que compartirla, aunque sea solo con una sonrisa, aunque ni siquiera tengas un motivo concreto para sonreír.

Y a Daniel ¿cómo le ves en este momento de su vida?
Mi hermano es feliz y es consciente de ello y le gusta hacer feliz a la gente; siempre, aunque a veces sea de manera inconsciente, tiene una sonrisa, un gesto o una palabra que hace que de repente tus problemas dejen de parecer importantes. Daniel sabe curar el alma y dibujarte una sonrisa en la cara, aunque pensases que iba a ser imposible.

¿Qué marca, rasgo personal aportas tú al mundo como joven y hermana para que el mundo mejore?
Gracias a mi hermano yo soy quien soy, y me he convertido en una persona que no tiene miedo a decir que quiere cambiar el mundo. No suena fácil, pero he aprendido que el mundo se cambia con pequeñas cosas, pequeños gestos, pequeñas reivindicaciones. Quiero construir un mundo en el que mi hermano y toda esa gente que tiene un corazón o unas circunstancias especiales puedan vivir dignamente y rodeados de cariño.

A veces pienso que mi hermano es esa mecha que ha encendido en mí la hoguera que no se conforma con el “status quo” y que me da la fuerza de seguir luchando por todo en lo que creo, aunque a veces sea difícil.

También me ha dado la oportunidad de aprender que la inclusión real es posible y absolutamente enriquecedora para todos. Nosotros somos dos personas de edades, capacidades, gustos y forma de ser súper distintas, pero hemos aprendido y nos hemos convertido en quienes somos en un mismo entorno y apoyándonos y enseñándonos el uno al otro. Quiero transmitirle al mundo la necesidad de esa inclusión como experiencia fundamental de la vida, tanto para las personas con discapacidad como para las que no la tienen. Creo fervientemente que ese aprendizaje es uno de los principales elementos para cambiar el mundo.

 

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